jueves, 3 de mayo de 2018

Venezuela: una nación atrapada en la incertidumbre


La desesperanza es una palabra que me genera silencio, mucho silencio, pero no creo en ella, en lo absoluto.

En cambio, hay una palabra que ha comenzado a retumbar en mi mente: Incertidumbre. Como conocedor de muchos riesgos, por estudio y experiencia, esta palabra la comparo con otra un tanto fuerte; oscuridad. La comparo con situaciones de pérdida de seguridad en el entorno mas no en lo que pensamos, imaginamos o internamente visualizamos, pues de lo contrario eso sería certeza e intuición.

Aunque esto le parezca contradictorio, lo que usted piense, ya sea verdad o mentira, lo fortalecerá y debilitará en la medida en que se aferré a eso como un acto de fe y esperanza. No se trata de creer por un mero creer.

Trataré de explicarlo mejor. Lo que está afuera de nosotros -del cuerpo humano- lo percibimos de una manera más lenta de lo que representa cada célula de nuestro organismo. El entorno es, por consiguiente, todo aquello que, en movimiento o no, el universo ha posado alrededor de nosotros. Es decir, la reacción a lo externo no tiene la misma rapidez que con lo captado por los sentidos. Como me hubiese gustado debatir con Einstein sobre sus teorías y las mías. Ironizo.

El punto es que, la incertidumbre en la cual los venezolanos creemos estamos atrapados, no es más que una creación de nuestra mente como respuesta de temor a las amenazas del desánimo colectivo, evidenciado en este macro desorden social donde vivimos; lleno de indiferencia, apatía e indolencia.

El entorno, o lo que captamos a través del desarrollo de ciertos hechos del hombre (y también de eventos naturales), sencillamente es el estado de las cosas que vemos o como las vemos.

En este sentido, la incertidumbre que muchos vislumbramos es un factor clave para ir en la búsqueda de ideas claras y proyectos nuevos y de frescos valores morales, para vencer, cual cáncer devastador, toda doctrina ideológica anti humana, anti libertaria, sectaria y totalitaria.

Quizás sea por eso que ya todo lo vemos con apariencia de normalidad, cuando realmente la carrera es lenta -porque así algunos lo quieren- o al menos, muy pocos son capaces de competir para intentar ganarla.

La noche nunca será más larga que el día.






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