Conoce a tu enemigo, conócete
a ti mismo y serás invencible. No es exactamente igual a la célebre frase militar
o como literalmente lo dijo Sun Tzu en el Arte
de la Guerra, aunque pudiéramos entenderlo así, tal vez el general asiático
quiso lo interpretáramos de esa manera.
Lo cierto es que tampoco
se equivocó al señalar, y cito: “Para conocer a tu enemigo debes convertirte en
tu enemigo”.
Al menos, deberíamos tratar
de pensar como el enemigo; pues al saber cómo piensa y actúa nuestro adversario,
podríamos anticipar sus movimientos.
Bueno, dejemos el
plano militarista a un lado y pasemos a lo que tiene que ver la seguridad de nuestra
integridad física y patrimonial.
La protección a personas,
a sus bienes y activos se subsume en el derecho a la vida, a la libertad y a la
propiedad privada, derechos universales que en muchos países de Latinoamérica
el Estado se ha mantenido alejado de cumplir y proteger a cabalidad, un beneficio
que debería ser para todos los ciudadanos por igual.
En todo caso, algunas
organizaciones o personas jurídicas tienen la capacidad de proveerse su propio
resguardo (seguridad privada), ya que cuentan con los recursos necesarios para
ello. Sin embargo, no siempre las medidas de seguridad implementadas por medios
particulares resultan del todo efectivas; se requiere de inteligencia y
estrategia.
Un sistema de
protección de instalaciones y de procesos debe pasar por un análisis previo de
riesgos y un estudio de seguridad. “Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo”.
Evaluar cada aspecto de la seguridad o proceso clave de la organización, no
solo permite conocer los riesgos, las vulnerabilidades y las amenazas, sino que
además ayuda a determinar cuáles serán aquellas medidas necesarias para
prevenir pérdidas y daños.
Por citar un ejemplo
de algo básico, toda infraestructura tanto industrial, comercial o residencial,
requiere de protección perimetral y de barreras con dispositivos de cerramiento
que eviten, dificulten y/o retarden cualquier acto de intrusión o extracción;
habilitándosele al recinto de puertas o portones para el ingreso y salida de
personas, animales u objetos, y dicho tráfico amerita realizarse con un
protocolo de control de acceso para vigilar que lo que entra y sale está debidamente
autorizado o no reviste un hecho potencialmente dañino o perjudicial. Mejor
dicho, para detectar y neutralizar oportunamente una posible amenaza contra la
instalación y las personas que allí se encuentran.
Hay que tener en
cuenta que el adversario, intruso o delincuente, es un atacante que necesitará infiltrarse
y moverse siempre. No sólo tratará de acercase sigilosamente al blanco o a su víctima
para agredir o robarla de sorpresa, éste deberá traspasar o violentar tantas
barreras y controles como le sea posible para lograrlo, y en el momento que menos
se imaginen.
Los riesgos de
intrusión, asalto o robo y hurto no son los únicos riesgos presentes en la
calle, en un edificio o en una vivienda. Al analizar los riesgos, tanto en el
entorno familiar como empresarial, debemos considerar muchas variables que, de
manera accidental o deliberada, son amenazas provenientes del hombre, quien
representa la mayor fuente de peligro latente para la integridad de las
personas, sus bienes y planes a futuro.
Los riesgos naturales
(huracanes, terremotos, inundaciones, derrumbes, deslaves, etc.) son impredecibles
y estos pueden generar daños severos o significativos para las organizaciones,
las comunidades y determinados lugares.
Para ello, es
necesario realizar una valoración precisa de los riesgos, de las
vulnerabilidades y las amenazas del entorno (internas y externas) que cada
organización particularmente enfrenta. Un simple análisis FODA como proceso
meramente administrativo y funcional no es suficiente.
La intervención de un
consultor o especialista en riesgos es fundamental para la planeación de la
seguridad. Para que la seguridad se convierta en verdadera -y no falsa- certeza;
pasar de ser algo intangible a un hecho palpable y se convierta en una
sensación de tranquilidad real, el resultado tiene que ser preferiblemente medible
(cuantificable) y apreciable (cualitativamente) lo más objetivamente posible,
capaz de predecir la probabilidad de ocurrencia de cada riesgo y estimar su impacto:
en daños o pérdidas, tanto humanas como materiales, financieras, legales y éticas
(de imagen o reputación).
Quienes nos dedicamos
a brindar asesoría en materia de prevención de riesgos y seguridad física o
patrimonial, poseemos el conocimiento y la experticia requerida, no obstante, dependiendo
la profundidad del análisis y estudio de seguridad que hagamos, también nos
apoyamos de métodos científicos, tales como: Penta o Mosler, Septri, Meseri,
Marina, entre otros, pero en mi caso muy particular y profesional, utilizo la
guía de Roy Borders y el manual para estudios de seguridad Control de Riesgos de mi amigo y excelente tutor Carlos E. Pérez
Barrios.
José
Ignacio Caballero