El considerable aumento de hurtos internos,
representa uno de los mayores dolores de cabeza para la seguridad empresarial.
La ausencia de adecuadas políticas de seguridad
patrimonial y de normas de conducta interna, son debilidades que siempre están
presentes en los lugares de trabajo. Un simple acto de inobservancia de las
normas e incumplimiento de las reglas, es señal de alerta para vigilar el
comportamiento de un empleado o trabajador.
En muchos puestos de trabajo existen normas de qué
se debe y no se debe hacer, en algunos casos se les llama también reglamento
interno. Sin embargo, también existen los manuales de procedimientos,
funciones, órdenes de puesto, etc., que a fin de cuentas, son instrumentos que
permiten medir y evaluar el desempeño de alguien a quien le ha sido asignada
cierta tarea o actividad, en un lapso prolongado o corto.
Dentro de toda actividad o labor, el individuo
responsable en llevarla a cabo tiene acceso a espacios y recursos (bienes
propios o ajenos) que están expuestos a su cuidado, uso y mantenimiento. Estas
tareas conexas no están del todo muy bien definidas en dichas órdenes de puesto
o procedimientos de las empresas.
Tanto como Consultor y Jefe de Seguridad, me ha
tocado colaborar en la investigación de eventos de pérdidas de activos.
Inicialmente, este tipo de casos es manejado como extravío o faltante de
equipos y materiales, dándose cierto margen de tiempo y de error al proceso del
área donde ocurrió el imprevisto, a fin de que aparezca y sea encontrado el
objeto reportado. A veces sencillamente la causa del hecho fue que alguno de
los involucrados en el proceso lo tomó o lo sustrajo del lugar sin
autorización. Esto es lo que llamamos latrocinio en las empresas; hurto o
apropiación indebida.
Al estar frente a una situación de latrocinio, lo
recomendable es comprobar el dolo y su impacto. Ambas consideraciones nos
permitirán calificar la gravedad del incidente, su probabilidad de ocurrencia y
la cuantificación del daño, en términos económicos. El responsable directo del
evento (empleado / trabajador) es el sujeto activo del hecho, pero la
reposición de la pérdida por la empresa y la falla de seguridad que la produjo,
conforman el sujeto pasivo. Aquí es donde la teoría cobra importancia: Alguien
tuvo la malicia de robar un bien ajeno, ya sea estando bajo su cuidado o no, y
otros (en la organización) no tuvieron la misma "malicia" para evitar
o prevenir que sucediera un hurto interno.
Es común escuchar la frase: "complicidad
silente" o "cómplice por omisión". El grado de eficiencia en la
supervisión de personal es un excelente termómetro para la validación de
comportamientos no deseados dentro de la empresa. Es por ello que la gerencia y
el liderazgo son recursos vitales en la temprana detección de señales de
alerta, cuando algún empleado o trabajador tiende a comportarse de determinada
manera no acorde a las normas y los valores de la organización, lo cual es
merecedor de llamado de atención, que permita corregir y confirmar una mejora
de la conducta esperada.
Esto por una parte, y por otra, está la eliminación
de la causa raíz. Sí, es un grave error pensar que todos los hurtos o
latrocinios en las empresas son hechos aislados. Estos delitos ocurren por
fallas en: 1) Reclutamiento y selección de personal. 2) Medidas de protección
de bienes y activos. 3) Capacitación de personal. Y 4) Liderazgo y supervisión.
¿Qué podemos hacer? Bien, en este mismo orden, paso
a sugerir lo siguiente:
1. Incluir, además de pruebas psicotécnicas -fiables-
al aspirante, la verificación de su información personal (historial delictivo)
y académica o profesional. Las referencias laborales no tienen la misma
estimación cualitativa que puede arrojar, por ejemplo, un buen test pre-empleo.
2. La NASA tal vez tenga un nivel de protección de
bienes y activos muy alto (es de esperarse), pero no porque una mediana o
pequeña empresa sea diferente en tamaño y proyectos, deje entonces a la suerte
la seguridad y la protección de sus instalaciones. Hay que ser estrictos con el
control de acceso. La revisión y chequeo al entrar y salir es fundamental,
tanto de personas a pie como abordo de vehículos.
3. Realizar Auditorías de Seguridad y Estudios
Valorativos de Riesgos. Una evaluación periódica de los subsistemas de
protección permite saber si el estado de los mismos es óptimo o no, o si hacen
falta implementarse nuevas medidas o la colocación de dispositivos de
seguridad, físicos o tecnológicos.
4. Si no lo tienen, crear un plan de entrenamiento y
capacitación del personal en materia de seguridad y protección. Y si éste ya
existe, revisar qué otros temas u objetivos puedan ser necesarios para reforzar
o construir una cultura de seguridad, para todos.
5. Investigar. Todo tiene un por qué. Un rol sumamente
importante del gerente moderno, es analizar situaciones de incidentes donde
hubo falta a la confianza y fidelidad por parte de algún miembro del equipo,
para lograr conclusiones que ayuden a determinar la verdadera causa u origen, y
por supuesto la solución del caso.
Dejar eventos no deseados sin investigar, y peor
aun, no llegar hasta el final de las averiguaciones (administrativas, penales o
civiles), dejará una brecha abierta para nuevas oportunidades de latrocinio en
las empresas. Más allá de resarcir el daño, el objetivo que se busca da cada
lección es la prevención. Hay pérdidas aceptables que no afectan gravemente la
continuidad del negocio, pero la recuperación del daño moral o tentativo puede ser
difícil de lograr, si no se actúa de manera firme y oportunamente ante
cualquier incidente con consecuencias negativas.
José Ignacio Caballero
Naguanagua, a los 19 días del mes de Enero de 2020.