jueves, 28 de enero de 2021

Seguridad electrónica vs. seguridad física


Los avances tecnológicos han marcado un verdadero hito en la seguridad, sobre todo en estos últimos veinticinco años.

Hasta hace poco, en los países latinoamericanos estábamos acostumbrados sólo al uso de barreras físicas y vigilancia presencial. Es entonces, cuando se comienza a utilizar los sistemas de observación y videovigilancia, alarmas y comunicación para monitoreo remoto, pasando aquella seguridad física que conocíamos a ser una suerte de recursos obsoletos y herramientas rudimentarias.

Estos nuevos sistemas, también conocidos como medios de seguridad pasivos, eran considerados de mayor fiabilidad en la gestión de la seguridad, debido al control y confianza que suponía una máquina no susceptible a errores o desinterés como suele ocurrir en los seres humanos; o sea, los guardias, centinelas, custodios, etc., así como los supervisores y puestos de jefatura o gerencia (todos los que conforman los medios de seguridad activos).

Sin embargo, esta agradable sensación no duró mucho tiempo. Al cabo de ciertos períodos se pudo evidenciar, como el funcionamiento y el manejo de los equipos o sistemas de seguridad electrónica, fue afectado por las mismas fallas o problemas que los sistemas de seguridad física convencionales.

La rápida expansión del mercado de productos tecnológicos de la seguridad hizo que aparecieran nuevos actores, entre ellos, técnicos, distribuidores, vendedores y operadores especializados, pero también paralelamente otros actores no tan cualificados, muy por debajo de los criterios de calidad profesional requeridos, y esto último trajo consigo una serie de anomalías y disrupción de procesos que habían sido diseñados para no dejar de operar, incluso, ni siquiera con la ausencia del hombre, amén de otros factores internos y externos, como fraudes y otros actos deliberados para causar daños y pérdidas patrimoniales, por parte de quienes tenían la responsabilidad de garantizar el correcto funcionamiento y propósito de dichos sistemas.

La seguridad volvió a no ser tan segura. 

Los mercaderes de la seguridad estaban a la orden del día, conspicuos en sus técnicas de abordaje y convencimiento comercial. Los primeros en caer en sus fauces fueron los líderes de seguridad de las empresas clientes, y en algunos de los casos, no pudieron resistir tan tentadoras comisiones por la compra o adquisición de equipos e infraestructura tecnológica sin cumplirse el debido protocolo de licitación para evaluar el costo beneficio más deseable, así como otros aspectos éticos esenciales en pro de los intereses de la organización, resultando ser la inversión en algunos casos, una pérdida más. 

La carrera o competencia entre la seguridad tecnológica y la humana o física, a pesar de que la primera también arropa los sistemas informáticos y de comunicación de datos críticos por su alto nivel de sensibilidad patrimonial a daños irreparables, no debe ser vista como gestiones antagónicas con un mismo fin de protección, pues los riesgos que la seguridad patrimonial busca prevenir, administrar y controlar, cuentan con distintas y complejas amenazas, las cuales lamentablemente, van ganando terreno al encontrar colaboradores que, conscientes e inconscientemente, contribuyen a debilitar y crear vulnerabilidades casi imperceptibles a la vista de los altos directivos y accionistas de las empresas, quienes son los verdaderos dolientes o afectados.

En este caso, lo más recomendable y sensato sería, la elaboración de un proyecto para la compra e instalación de sistemas de seguridad electrónica de la mano de expertos validados, conformado por tres grupos de tareas específicas: asesoría técnica y comercial; ingeniería y programación; y por último, análisis de riesgos y operaciones de seguridad física. 

Con la llegada de los dispositivos electrónicos se logró optimizar el proceso de recolección y transmisión de información de las diferentes actividades de seguridad, así como de eventos pasados cuando ameritan ser investigados. Ciertamente, la tecnología ayuda a disuadir al criminal desistir de su intención en un momento dado, persuadir al oficial de seguridad a no dormirse durante el turno, detectar y alertar una intrusión o ingreso no autorizado en una área restringida, al igual que muchas otras bondades; pero no por eso se debe confiar ciegamente en las personas encargadas del manejo, control y mantenimiento de las cámaras de cctv, centrales de alarmas, cercos eléctricos, control de acceso, etc. 

Una efectiva supervisión y periódica auditoría, son más que necesarias para un sano equilibrio de la gestión integral  de la  seguridad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Formación integral del oficial de seguridad

FORMACIÓN INTEGRAL DEL OFICIAL DE SEGURIDAD Liderazgo con formación Paradójicamente, en la seguridad privada como en otras áreas de resp...